domingo, 25 de enero de 2009

Patrones de supervivencia

Reconocer en los otros, reconocerme a mí misma. Observarme, perdonar y perdonarme, ¡responsable! ¡no culpable!; ser consciente, estar atenta, y expectante, sorprenderme.
Aceptar… y al aceptarme… SANAR.
Enfrentarme con la herida, atrayendo, proyectando, permitiendo que se pulsen las lesiones, los ultrajes, los agravios. Arañando y abatida, entregada y sin descanso, emociones tapaderas que se abaten sin quebrantos.
VA POR TI, amigo mío, niño grande, compañero, porque juntos descubrimos el misterio. Rebeldes adolescentes hechizados, que se hacen dueños de su historia como seres. Porque le diste a mis entrañas un obsequio que los años transformaron. Hoy a ti, te abrazo y te agradezco, por haber sido en mi vida un referente.
Y POR TI, camuflado camaleón, que al descubierto y sin disfraz huiste de la escena insolente y descarado. Escurridizo calamar, que al echar tu tinta enturbiaste relaciones, confundiendo, destrozando corazones. Que vas por la vida como víctima… ¡Victimario que por poco muero en tus manos! Sublime amor, narcisista seductor, que desgarraste y sus trozos esparciste cual despojos. Buen botín que te encontraste, y sin premio te quedaste. Hundimiento, ahogo, oscuridad, dolor… Rota el alma, ser desdibujado. Renacimiento. Despertar. Detonante de mi búsqueda y de mi encuentro, causa de mi confusión. Vacío que se va llenando y que se vaciará a por más. Porque gracias a ti hoy estoy aquí, más cerca de mi centro.
Y VA POR TI, mujer, que me diste la vida, que llegó sin querer y por poco me la quitan. A ti, perfeccionista tensionada, que no paras y arremetes, que acometes y te chocas, que te lanzas, y que empujas, que te arrojas y que envistes, y que siempre estás en guardia. Imprevisible reactiva que golpeas para evitar nuevamente ser golpeada. A ti, que tu cuerpo esclavo poco anda, que tu máquina gastada no equipara tu pionero pensamiento, tu adelanto, tu talento. Engañada, desconfiada, susceptible que revuelves el pasado y no olvidas las heridas que aún te sangran. Contrafóbica te encierras, te angustias y aún más lágrimas derramas. Huyes temerosa de tu centro a tus aposentos. Tus cosas en su lugar, los candados bien puestos, segura tu privacidad. Si supieras que tus candados encierran más que eso… Hoy disfrutas de la vida, hoy te acercas a tu centro. Saboreas más los días, no te empañas los deseos. Hoy produces poesía, y plasmas tu ser entero en cerámicos que pintas y que horneas con anhelo. Hoy consciente te liberas y comprendes lo que vives, y luchas por tus principios, y expresas lo que sientes. Hoy te abrazo madre mía, porque me enterneces y también siento.
Y TAMBIÉN POR TI, compañero fiel de ruta, creativo tesonero, que viniste sin buscarte, que te hallé sin pretenderlo, que a mi madre te pareces, ¡oh sorpresa el descubierto! Que acompañas hoy mis pasos, que los haces más completos. Y con el que cada día lo intentamos, disfrutar de la vida, liberarnos, conscientes de lo que somos, de lo que tenemos y lo que aceptamos. Pasado que se ha ido y que casi no buscamos, confianza que de a poco reafirmamos; futuro que no nos preocupa tanto, y nos vamos acercando. Vulnerables, no culpables, más conscientes, más sinceros, intuitivos, creativos, relajados; espontáneos, amorosos, celebrando, cada día, cada instante, lo posible, en cada espacio. No faltemos a esta fiesta que la vida es un regalo.

“¿Prefiero tener razón o ser feliz?”

Seguridad embebida, confianza embelesada. Pies firmes que conducen la mirada. Objetivos claros, fuerza en los brazos, las manos amplias. Hechizos de oropel que me llevan extasiada. Avance consciente, lucha versátil, rendición innecesaria.
Rodillas que soportan los excesos y los pesos; espalda tensionada. Ascenso ingrávido impulsado por motores alimentados por amores.
Empuje fibroso que me lleva sin poder yo detenerle… que arremete, que se arroja, que dirige, que controla, que no finge, que perdura, que se estrella, que apisona.
Cargas y sobrecargas, lo que puedes, lo que no, lo que es mío, lo de todos. Agotamiento, dureza sin quebrantos. ¿De qué sirve? ¡De qué sirve si a mis manos le resbalan los excesos por sus bordes ya cargados! Si mi cuerpo gime alarmas y me pide que ya pare, que no puede, que no quiere, que mis pies están cansados.
¡Detente ya, perfeccionista obstinada! ¿Adónde vas con tu sobria vida austera, salvadora de afligidos transigentes? ¡Responsable susceptible de tus males y del mundo! ¡Esotérica empecinada cabra de los montes cuesta arriba! Cómo me río de tus principios, de tu impaciencia, de las cargas que tú cargas, y los lastres que tú arrastras. De cuánto te exiges caprina embelesada, de tus luchas sin espacios de calma. De tu perfecto orden exterior que desordena tu interior.
Y allí vas, trepando muros, saltando cuestas, obstinada amazona anticrítica, debilucha estúpida de incoherentes lágrimas. Tapando heridas que aún te sangran, por lo que no te hicieron, por lo que te negaron, por “agujeros negros” que te plasmaron y por los clavos que aún hoy quitas y que varias veces tus reactivos clavaron.
¡Recibe rumiante! ¡Deja que esta vez te toque a ti! Celebra, que tu sendero se ilumina cuando pasas; que la luna te envuelve con su manto por las noches y que el sol realza su esplendor por las mañanas. Que los verdes te danzan y los azules te abrazan, que los rosados matizan tu mirada y los dulces aromas te acarician la cara.
¿Qué si prefiero ser feliz a tener razón?
Pues ya ves… ¡Gracias Kalpa!

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